La
educación tiene como objetivo principal la formación de individuos integrales,
con sentido de análisis crítico, que puedan realizar juicios de valor
utilizando la información obtenida y aplicándola a situaciones de la vida
diaria, siendo posible la integración de los valores éticos en sus acciones.
Los
estilos de enseñanza y aprendizaje están relacionados con el
proceso evolutivo de las universidades desde sus inicios, conocer los diversos
procesos por los cuales ha atravesado las instituciones de educación superior
hasta llegar a ser lo que conocemos hoy día como “Universidad”. Los retos formativos de la educación
superior como una consecuencia lógica derivada del contexto que presenta su evolución, consiste
en enunciar los desafíos o retos para las universidades en el enfoque educativo
tradicional y modificarlos para poder atender los nuevos paradigmas educativos
asociados a la
educación de hoy y responder a la educación futura.
Podemos
decir entonces, que es necesario que
los estilos de enseñanza y aprendizaje formen parte de este proceso
evolutivo derivando en
un sistema educativo más equitativo y moderno, que responda a las necesidades y
expectativas de la sociedad, no sólo en términos de las demandas del mundo
productivo, sino que considere la formación en valores, la educación continua y
la construcción de ciudadanía.
Lograr
superar las grandes deficiencias de la educación en
cuanto a sus procesos no es una tarea fácil,
requiere del compromiso de la sociedad: gobierno, educadores y educandos,
familia, medios de comunicación, actores sociales y políticos, todos tenemos
la responsabilidad ciudadana de hacernos
parte activa y comprometida de este proceso de transformaciones.
Durante
los últimos años la educación superior
en Panamá, ha vivido un proceso de cambios sin precedentes. Sus matrículas se
expandieron, las instituciones se incrementaron y diversificaron, los estudios
de postgrado, maestrías y doctorados se multiplicaron tomando como punto de
referencia que existe una política económica que responde a una tendencia
mundial y que se sustenta en el proceso de globalización y competitividad que a
escala planetaria definiendo el modelo de comportamiento del Estado y la
orientación que debe asumir la educación y, dentro de ésta, las instituciones
de educación superior.
Este
modelo demanda resultados diferentes a los requerimientos clásicos, en la
formación del capital humano, la tarea científica y la extensión, la sociedad
del conocimiento que emerge rápidamente y que hace de la educación uno de sus
pilares fundamentales. El conocimiento es reconocido como la variable
definitoria de las sociedades modernas. La generación, transferencia, difusión
y aplicación de este conocimiento, parece guardar relación directa con el
desarrollo humano, la productividad económica y la soberanía de los países. Las
naciones que más inviertan en educación, en ciencia y tecnología y en
cultura serán las que mayores ventajas
competitivas y mejores niveles de
bienestar podrán generar en beneficio de
su población.
Por ende los estilos de aprendizaje y enseñanza deben ir de la mano con
esta serie de transformaciones que estamos experimentando de forma tal que
podamos adecuar los mismos a los resultados que se exige de nuestros educandos.
Las
instituciones de educación superior están en el vértice de este desafío, por
representar las organismos llamados a formar los recursos humanos de alto nivel
y calidad, los investigadores, los intelectuales, los líderes empresariales,
los trabajadores de la cultura; ofrecer servicios especializados y
promover valores de la identidad
nacional, de convivencia pacífica y democrática, solidaridad y justicia social.
Hoy se reconoce que la ciencia y la
tecnología tienen un efecto importante en el crecimiento económico, el
desarrollo humano y la vida de las personas. El conocimiento es valorado como
el factor de mayor incidencia, mayor aún que la tierra, el capital y el trabajo
en la competitividad internacional, así como en el mejoramiento de las
condiciones de bienestar de la población.
En un esfuerzo la educación superior pero, sobre todo, las universidades más
grandes del país como parte del sistema de ciencia y tecnología, han asumido un
papel importante en el desarrollo de la investigación y el desarrollo del
conocimiento.
Durante
los próximos años el país debe de preocuparse por atender algunas condiciones
que limitan el desarrollo científico y tecnológico y el papel que le
corresponde asumir a las universidades
como son: la insuficiente inversión en investigación y desarrollo; falta de
apoyo a la innovación tecnológica empresarial; insuficiencia de investigadores
con niveles de doctorado y postdoctorado en áreas estratégicas; falta de
condiciones apropiadas en las universidades para que los investigadores cumplan
apropiadamente con sus funciones; escasas relaciones entre la empresa y la
comunidad científica, así como la carencia de infraestructura científica.
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