La
educación superior a nivel latinoamericano ha atravesado una serie de procesos
de cambio sin precedente alguno y Panamá como país de la región no ha sido la
excepción. Sus matrículas se ha
incrementado considerablemente, el número de casas de estudio han aumentado en
número y las ya existentes han ampliado su oferta académica, los estudios de
grado tales como postgrado, maestrías y doctorados han sido impulsados mediante
atractivos programas de mercadeo dejando el asunto del costo a niveles mucho
más accesibles, las investigaciones se han aumentado dentro de las mismas, el
tema de la acreditación con la creación de sus entes fiscalizadores ha tomado
carácter de ley y los recursos gubernamentales para las universidades estatales
han sido aumentados dentro del presupuesto estatal.
Sin
embargo, aún seguimos experimentando problemas asociados a los viejos
paradigmas educativos. La educación
superior ha sido más orientada hacia un compromiso social más que a un método
utilizado por los sectores adinerados para alcanzar sus intereses. La educación superior en Panamá aun confronta
problemas como: sus altos costos de operación, la débil calidad y pertinencia
de su oferta académica y las inequidades en las oportunidades de estudio que
ofrece.
Las
casas de estudio actualmente se encuentran en la punta del iceberg, pues se
vislumbran como la cúspide de la educación del siglo XXI. Dentro de la sociedad representan a los
asignados a formar los recursos humanos de alto nivel y calidad, los investigadores,
los intelectuales, los líderes empresariales, los trabajadores de la cultura;
ofrecer servicios especializados y promover valores de la identidad nacional,
de convivencia pacífica y democrática, solidaridad y justicia social.
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